En un giro sorpresivo dentro de la industria farmacéutica, el periódico «The Telegraph» reportó el martes la decisión de AstraZeneca de suspender la distribución global de su vacuna contra el COVID-19, conocida como Vaxzevria. Esta acción se toma tras la retirada voluntaria de la firma anglo-sueca de su autorización de comercialización en la Unión Europea.
De conformidad con el reporte divulgado, el proceso de revocación se inició el 5 de marzo y se hizo efectivo el 7 de mayo. Se anticipa que solicitudes análogas se tramitarán en el Reino Unido, así como en otras naciones que previamente habían dado el visto bueno a Vaxzevria, en los meses venideros.
La noticia llega sin que AstraZeneca haya ofrecido declaraciones al respecto, pese a solicitudes de comentarios por parte de agencias como Reuters.
La farmacéutica recientemente reconoció las posibles secuelas inusuales relacionadas con su suero, como es la trombosis, un tema que ya había generado contención y restricciones al uso de la vacuna en 2021.
Desde su submarca en España, la empresa expresó a través de un comunicado su satisfacción por el impacto de Vaxzevria en el combate a la crisis sanitaria, resaltando el salvamento de más de 6,5 millones de vidas y la distribución de unos 3.000 millones de dosis a nivel mundial durante su primer año de empleo.
Sin establecer una conexión explícita entre la retirada de su producto en el continente europeo y los litigios en curso por reacciones adversas en algunos pacientes, AstraZeneca reflejó en su postura oficial que, dada la aparición de nuevas vacunas actualizadas y una disminución en la demanda, ya no hay producción ni suministro de Vaxzervria.
Sin embargo, cuatro años después de su introducción al mercado, la compañía afronta una serie de demandas legales, sosteniendo que su producto, originado en colaboración con la Universidad de Oxford, ha causado lesiones graves y, en algunos casos, la muerte.
En un documento legal presentado ante el Tribunal Superior en febrero, se admitió que la vacuna AstraZeneca podría causar, en instancias excepcionalmente raras, el síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS), que se traduce en la formación de coágulos de sangre acompañados de una disminución de plaquetas. Este reconocimiento sigue a los hallazgos científicos que establecieron la correlación entre la vacuna y la afección adversa por primera vez en marzo de 2021, poco después de iniciar la campaña global de vacunación contra el coronavirus.